Tenía dos días enteros en Trinidad para hacer el reportaje fotográfico. Decidí primero recorrer las calles paralelas en horizontal y al día siguiente en vertical. Así que empecé de Sur a Norte, ascendiendo, empezando por la estación y acabando por la Ermita. Creo que en el día iba a tener tiempo suficiente para cubrir una parte y si me sobraba tiempo la otra pero la realidad es que a cada “cuadra que pasaba” alguien me paraba para contarme lo que hacía o preguntaba por mi nacionalidad y lo que representan las puertas para su pueblo Trinidad, fundada por los españoles hace más de 500 años. Desde alfareros, costureras o herreros que habían creado las puertas hasta historiadores que me indicaban los años aproximados de cada puerta. A cada paso que daba algo me fascinaba, las puertas son increíblemente bellas y era difícil fotografiar a todas.
He hecho una recopilación de las puertas que me parecieron las más bellas, las más antiguas o simplemente me llamaron la atención por la estética con sus preciosas rejas de sus ventanales que puedes ver en el portafolio.
Pero a parte de fotografías las puertas había personajes curiosos que te atrapaban al interior de su casa para mostrarte con orgullo qué hacían o qué coleccionaban. Ese es uno de los peores momentos porque siempre quieres agradecer con algo a cambio pero a veces no puedes corresponder. Es el caso de Joan que me mostró sus pájaros y su colección de gorras.
Y así entre puerta e historia también me daba tiempo a hacer algún retrato y fotografiar los coches clásicos que me iba encontrando en el camino así como algunos edificios descuidados o algún emblema.