Por la mañana hace frío pero las primeras rampas hasta legar a la escultura de José Martí hace que te quite el frío de un plumazo y llegues sudando de nuevo. Allí nos despedimos de Raúl, un guía te acompaña en la subida y otro en la bajada.
La bajada fue terrible porque a parte del cansancio las rodillas y el talón de Aquiles se va resintiendo pero es más corta y amena.
Al llegar a Las Cuevas que es donde termina el camino estaba incluida una ligera comida de arroz y pollo que supo a gloria mientras esperábamos el taxi. Dos horas y media separan el trayecto. Al llegar me despedí de los amigos alemanes con tristeza porque al tener cobertura le comunicaron a la chica el fallecimiento de su abuela y el traslado hasta Santiago se hizo en silencio.
Cuando llegue a Santiago mi intención era buscar rápidamente la estación de bus y preguntar cuándo salían los autobuses a barbacoa, por si acaso cogí una casa arrendataria y me explicó que, no siempre, pero que a veces salen nocturnos autobuses que vienen de Guantánamo porque el de Santiago a Baracoa ya había salido. Ajusté con el casero el precio y el tiempo. Como iba a regresar a Santiago , penúltimo destino de mi viaje después de Baracoa…dejé reservado los días estimados en Santiago pero que esa noche me ofrecieran una ducha .
Y así fue, ningún inconveniente, pasearía por las calles principales antes de regresar a por mi mochila y esperar el bus nocturno.