Después de un duro día anterior volví a la playa Ancón para relajarme porque los pies los tenía ya bastante machacados como para soportar una caminata por Trinidad y su calor incesante. Así que agarré la bici y volví, pero esta vez me alejé de las hamacas y me fui hasta la otra punta donde solo hay agua y silencio. necesitaba relajarme, el día anterior fue intenso y tenía que descansar para la última etapa en Trinidad: Fotografiar sus puertas y eso significaba dos cosas: una, dejar la bici a Bárbaro y la otra es que debía hacerla a pie y cargado del trípode y mochila con la espalda todavía dolorida de llevarlos todo el día en bicicleta.
Terminada mi estancia a la playa devolví la bicicleta a Bárbaro sana y salva y a demás los dos obsequios: la dedicatoria personal pero esa vez…en la botella de miel y la miel, claro.
Después haría lo mismo con Rita, cenaría en su casa y me iría a tomar algo por la ciudad. El sitio elegido…un bar famoso en Trinidad: La Canchánchara. Su especialidad es el ron mezclado con miel fundido en una vasija de cerámica. Allí pude disfrutar de música en directo como en casi todos los bares de Trinidad y además poder comprar uno de sus discos a los artistas que por 10 CUC te lo obsequiaban super agradecidos. Gracia Onda Expansiva por ese gran momento.
