La visita a El Yunque es una de las experiencias que hay que vivirla si vas a Baracoa. No es una ruta exigente aunque la segunda parte de la subida se hace un poco agotadora por la humedad pero las vistas desde lo alto del Yunke merecen la pena.
Pero antes…las maravillosas vistas bordeando el río Duaba antes de llegar merecen la pena. Muchos cubanos llegan a allí para asar un cordero y celebrar algún evento.
Tuve suerte de tener un guía joven, alto y fuerte porque iría a mi paso , es más me tenía que parar. Yo le dije que solo quería subir, ver el paisaje , tomar unas fotos y bajar de nuevo, sin demoras. Viendo mi ritmo el chaval decidió quedarse en el primer puesto de fruta ante mi insistencia de que no me acompañara. Sería el primer turista del día y si pasaba otro le pondría de antevisto que estaba allí subido.
Y así fue, el chaval se quedó con su amigo en el puesto de fruta, confiaba en mi y arriba no había nadie del gobierno para controlar así que sería mi primera subida en solitario.
Cierto es que no es un claro ejemplo de subir pero sin apenas beber agua ya estaba allí en menos de una hora. No sé lo que se tardaría, ni lo he mirado , quizás un par de horas en subir y otras dos en bajar pero a esas alturas, cuando uno se encuentra en forma nada es obstáculo y más si aguantas el calor. Un par de fotos, sentir el fuerte aire que hace en la cima y volver a bajar por un terreno arcilloso pero seco, en esta ocasión.
Al bajar me encontré con dos chicas españolas. Me preocupé porque, aunque iban con guía …una de ellas estaba sedienta. Había congelado la botella de agua hasta arriba y a esas horas no se había derretido ni una pizca de hielo. Le cedí l ama y seguí bajando…corriendo.
Cuando llegué el guía no daba crédito, estaba acostumbrado a llevar a guías de “otro estilo” como me dijo contándome mil anécdotas con los turistas a pesar de su juventud. Después un baño en el río para despejar y rumbo a playa Maguana porque , aunque ya el calor era insoportable…tenía todo el mediodía y toda la tarde por delante y además…no estaba cansado. Pensé que me llevaría más tiempo pero en un par de horas estaba de nuevo cogiendo la bici y haciendo kilómetros.
En aquella playa tenía mucho que reflexionar y ese fue uno de los momentos del viaje en el que me puse a pensar qué hacía allí solo y porqué había elegido ese viaje. Pero los cubanos son tan acogedores que a veces no te dejan esos momentos de intimidad y enseguida me vi rodeado de una familia que me esta invitando a comer y beber un poco de ron. Sería que me veían “extremadamente delgado” y me faltaba algo que llevarme a la boca, jajajaj.
Acepté un poco de fruta a cambio de contarme otra historia maravillosa.