Cuba.Día16. Baracoa: Cañón de Yumurí

Aunque me dijeron que era todo recto en “esa dirección” la verdad es que tuve que preguntar varias veces para llegar hasta el Cañón de Yumurí.  De Baracoa me separaban 25 kms y, aunque hay algunos repechos grandes cuestas pronunciadas…ya no era nada en comparación con Topes de Collantes.

Camino de Yumurí

Paisaje de costa camino a Yumurí

Es más, mi pérdida de peso ya era considerable después de casi veinte días comiendo apenas carne y mucha fruta, arroz y agua.

Salí temprano para disfrutar del “ Paso de los Alemanes” un pequeño túnel de roca con el atractivo de sus vistas al mar.

Y después de un largo paseo llegué al Cañón de Yumurí, uno de los recorridos más fascinantes para los espeleólogos por sus innumerables cavernas rocas del cañón. Mi única idea era llegar a la cascada al final del recorrido y bañarme.

El cañón es un espacio protegido por el gobierno cubano así que no me quedaba más remedio que ir con guía, un chico joven con el que al final pasé un gran día.

  En la entrada un “botero” te lleva desde la desembocadura del río hasta el mismo río y desde ahí comienza la ruta.

Bueno, la ruta fue calamitosa y fascinante a la vez. En nada se parecía a lo que había leído, un huracán había devastado el “trillo”, el camino a seguir y había que buscar alternativas. Buena parte del camino la hicimos por el mismísimo río, entre la piedra rocalla y jugándonosla. Yo veía la cara de pánico del chaval pensando en como me pasara algo se la “cargaba” por ponerme en peligro pero yo necesitaba más adrenalina y no iba a parar , a pesar de sus intentos, hasta pegar a la cascada como finalmente fue.

  Cuando llegas a un sitio de estos y el guía no te mete prisa, te dice que puedo estar todo el tiempo que quiera te das cuenta lo maravilloso que es viajar por tu cuenta, sin limitaciones ni tiempo que impide disfrutar de los pequeños placeres de los viajes de aventura improvisados.

   Después de hacerme de fotógrafo…me enseñó los tipos de aves que abundan en la zona y hasta cogimos mangos del árbol juntos y otros “a pedradas”

Finalmente…nos bañamos en el río con sus amigos y me estuvieron haciendo preguntas de “cómo es el fútbol en España y cómo es el Real Madrid”. Es una situación extraña, mientras estás como un nenúfar vestido en el río contando tus historias…otros te están invitando a tomar ron dentro del río o un bocata.

Finalmente, y ante el retraso del botero …decidí cruzar a nado el río hasta la entrada del cañón. Dejé la cámara al guía y mee lancé a nadar después de la paliza y los tantos kms. que me quedaban pero me encontraba pletórico, con fuerza y con ganas de aventura.

Al llegar a la entrada, empapado y viendo que todavía me quedaba tiempo hasta que viniera mi amigo el guía…descalza, crucé la carretera y subí hasta el puente donde unos adolescentes se estaban tirando al río. Y allí me planté ante el asombro de los chicos que no se explicaban como un “carcamal” aparecía descalzo y calado para tirarse y compartir esas risas con ellos. Fué un momento mágico, recordando mi adolescencia cuando nos tirábamos por los acantilados y perdíamos el miedo para no enfrentarnos a la cobardía.

  Mi propina fue considerable, ya me ajustaría en el pueblo pero esa vez, ese chico, se la mereció tanto que no era capaz de aceptarla. Hacía mucho que no gastaba dinero en algo que me haría y me seguirá haciendo ilusión como esa propina pero es que la gente se lo merece porque no te lo pide y a cambio te da todo lo que tienen o saben hacer.

A mi llegada a Baracoa y antes de cenar…estuve charlando con Anael, el vecino de enfrente que me había dejado su casa para dejar la bici porque la casa de Antonio era un segundo y no podía subir la bici por falta de espacio. Él y su mujer hacían cacao para venderlo , junto a los manís, en la plaza pero al ser celíaco no lo pude probar pero si escuchar su historia de amor que me conmovió.

Así acabaría un día grande, dando una vuelta por la turística plaza y comprando manís para llevar al día siguiente: El Yunke.

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